Foto: Daniel Correa
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Asocio la palabra "hogar" con emociones contradictorias. Por un lado, aparece un paraíso deseado y esperado: el hogar como una cueva, el útero que ofrece protección y bienestar. Aquí es donde surgen los proyectos de vida. Soy y puedo ser lo que quiero ser. Por otro lado, las sombras del subconsciente se hacen visibles en casa. El hogar puede convertirse en una prisión. Sobre todo, las relaciones son de especial intensidad e intimidad, pero también de crueldad o tristeza donde la ternura como la soledad son posibles. Se cuestionan los propios principios. La protección cede, atormentada por profundas dudas y miedos. En nuestra propia casa somos al mismo tiempo particularmente fuertes y frágiles, las relaciones humanas son fundamentales. Mucho es ritualizado. |
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